¿Cómo calmar la ansiedad?
- Magela Prado
- 22 oct
- 3 Min. de lectura
Cuando el miedo se disfraza de ansiedad
En el campo de la gestión emocional existe una emoción primaria que todos conocemos: el miedo.
Sentimos miedo con un propósito vital: protegernos y mantenernos a salvo.
En el mundo animal, el miedo activa tres respuestas posibles: atacar, huir o paralizarse.
Y aunque hoy nuestras amenazas ya no sean depredadores o tormentas, seguimos reaccionando igual frente a los desafíos que percibimos en la vida moderna: la incertidumbre, los cambios acelerados, la presión y la falta de control.
La ansiedad: miedo al futuro
La ansiedad puede definirse, en términos simples, como miedo al futuro.
Es el resultado de un estado de alerta constante frente a lo que podría pasar.
Cuando no podemos predecir con claridad lo que vendrá —una decisión, un cambio laboral, la salud de alguien querido—, nuestra mente proyecta escenarios amenazantes.
Esa sensación interna de “no saber” activa una alarma emocional que nos mantiene en tensión.
Por eso, las personas con ansiedad suelen sentirse:
Impacientes o apuradas.
Incómodas en el presente, deseando que “todo se resuelva ya”.
Con dificultad para relajarse o disfrutar.
La ansiedad, entonces, no es el enemigo: es una señal de que algo en nuestro interior pide ser atendido.
El primer paso: reconocer lo que sentimos
Como todo estado de ánimo, la ansiedad es una forma de estar, más que una definición de quiénes somos.
No somos ansiosos; estamos atravesando un estado ansioso.
El primer paso para calmarla es reconocer la emoción que la origina: el miedo.
Pregúntate:
¿Qué me está preocupando?
¿Qué temo que ocurra?
¿Qué parte de esa preocupación depende realmente de mí?
Debajo de toda ansiedad hay una pregunta sin respuesta.
Ponerle nombre a ese miedo es el comienzo de la calma.
Tres pasos para gestionar la ansiedad con inteligencia emocional
1. Clarificá el pronóstico del futuro
Escribí lo que estás imaginando que podría pasar.
Pregúntate:
¿Qué estoy pronosticando que va a ocurrir?
¿Cuándo y cómo pienso que podría pasar?
Cuando transformamos la sensación difusa de amenaza en una frase concreta, la mente empieza a ordenar la experiencia.
Ejemplo:
“Tengo miedo de que a mi hija le pase algo cuando sale de noche.”“Temo que mi trabajo esté en riesgo el próximo mes.”
Nombrar lo que pensamos reduce la intensidad emocional y nos permite observarlo con más objetividad.
2. Evaluá tu pronóstico
Revisa si lo que estás pensando es realista o si se trata de un escenario exagerado.
Podés preguntarte:
“Del 0 al 100 %, ¿qué probabilidad hay de que esto ocurra realmente?”
Esta pregunta activa tu intuición y sabiduría interna.
Te ayuda a entender que el futuro no es una verdad absoluta, sino un conjunto de posibilidades.
Esa mirada relativiza el miedo y devuelve perspectiva.
3. Diseñá un plan de acción
Una vez que identificaste el miedo y evaluaste su probabilidad, el siguiente paso es actuar.
Pregúntate:
¿Qué puedo hacer —que dependa de mí— para prevenir que eso ocurra?
Y si ocurriera, ¿cómo puedo prepararme?
Ejemplo:
“Para prevenir que a mi hija le pase algo, voy a asegurarme de que tenga el celular cargado y de mantener una comunicación cercana.”“Si el trabajo cambia, prepararé un plan alternativo para mantener mi estabilidad.”
Cuando te enfocas en lo que sí podés hacer, la ansiedad se transforma en acción consciente.
Qué ocurre cuando gestionamos el miedo
Al reconocerlo y actuar, el miedo deja de ser una amenaza y se convierte en una fuente de información valiosa.
La ansiedad disminuye porque dejamos de quedarnos atrapados en la incertidumbre y recuperamos la sensación de control interno.
Gestionar el miedo con inteligencia emocional es una práctica esencial para vivir con serenidad y equilibrio, especialmente en tiempos de cambio.
“La ansiedad se calma cuando dejamos de huir del miedo y aprendemos a escucharlo con compasión.” — Magela de los Ángeles Pardo, MCC
Aplicar el coaching a la gestión emocional
En Trascender acompañamos a personas y organizaciones en el desarrollo de la inteligencia emocional como base del bienestar y la efectividad.
Nuestro programa Coaching de Alta Performance, acreditado por la ICF, entrena a los futuros coaches en la comprensión y gestión de los estados emocionales, para que puedan acompañar procesos de transformación real y sostenible.
