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Amar el trabajo que haces

¿Cuánto de lo que haces hoy te hace sonreír?


Tal vez te hayas hecho esta pregunta en silencio mientras cumplías tu rutina laboral.

Algunas personas piensan en su trabajo y se sonríen.

Otras bajan la mirada y se resignan.


El costo de no disfrutar lo que hacemos cada día es inmenso: se filtra en la motivación, en la energía y en la sensación de sentido con la que vivimos.


Cuando el trabajo deja de tener sentido


Hubo un momento en mi vida en el que lo que esperaban de mí en mi trabajo no me aportaba satisfacción personal.

Sentía que tenía mucho más para dar y, al mismo tiempo, me preguntaba:

“¿Para qué estoy aquí?”

No encontraba una respuesta que me resultara verdadera. Esa incomodidad creció hasta volverse una señal imposible de ignorar.

Cuando una persona llega a ese punto, vive un quiebre profundo, una llamada interna a revisar su camino.


Cuando la resignación deja de ser una opción


Si resignarse no es un camino válido y los hobbies fuera del trabajo ya no compensan esas ocho horas diarias de falta de realización, entonces llega el momento de cambiar.


Y ese paso —el de decidir, cambiar— es una de las elecciones más valientes que una persona puede hacer.

Porque junto a la decisión surgen las preguntas:

  • ¿Qué voy a hacer?

  • ¿Cómo voy a generar ingresos?

  • ¿Y si no puedo vivir de lo que amo?

  • ¿Qué me gusta realmente?


A veces, no hay respuestas inmediatas. Pero sí hay una certeza interior: cuando escuchamos con atención lo que nuestro corazón pide, las circunstancias se reacomodan para acompañar el cambio.


Elegir una profesión con propósito


El coaching fue mi segunda profesión, y la primera que amé profundamente.

Una profesión donde mis talentos encontraron espacio, mis valores se expresaron y mi potencial se desplegó con libertad.


Con el coaching pude dar el salto hacia la incertidumbre, y al otro lado encontré plenitud.


Si estás en un momento de búsqueda, te invito a preguntarte:


  • ¿Qué me está pidiendo mi corazón?

  • ¿Qué sería lo peor que podría pasar si escuchara ese llamado?

  • ¿Qué tan real es esa posibilidad?

  • ¿Cómo podría prepararme para ese escenario?

  • ¿Cuál sería el premio de vivir haciendo el trabajo que amo?


Desde mi experiencia, el premio ha sido inmenso: darle sentido a mi vida y sentir que cada día honro mi propósito con alegría y gratitud.


“Cuando escuchamos la voz interior que nos guía, el trabajo se convierte en una forma de expresión del alma.” — Magela de los Ángeles Pardo

 
 
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